Cada libro necesitará un tipo de lectura, pero en todos los casos estaremos leyendo, y de una manera u otra nos encontramos en disposición de aprender nuevos conceptos, de ampliar y asentar nuevos aprendizajes.
La biblioteca escolar ofrece o debería ofrecer todas esas posibilidades.
El profesorado desempeña aquí un papel importante: el de introducir a los niños en un camino que les ayude a discernir los distintos soportes que se encuentran a su alcance y orientarles sobre cómo leerlos e interpretarlos. Se impondrá pues la formación de lectores competentes que dominen estrategias de lectura diferentes según el propósito que se persiga: localizar datos, informarse, disfrutar, aprender.
El aprendizaje está muy unido a la curiosidad y a la capacidad de hacernos preguntas. Si fomentamos la primera y ponemos los medios necesarios para que los usuarios encuentren respuestas, estaremos sentando las bases de una biblioteca escolar eficaz.
Si la conjunción de esfuerzos y acciones ha conducido al niño o la niña por un camino amplio, diverso y atractivo en el bosque multicolor de los libros y ha integrado sus experiencias de manera positiva, es más probable que decida continuar caminando, ya sólo, por los múltiples senderos que las bibliotecas escolares ofrecen. En este caso, todos los esfuerzos, que sí hay que hacer, habrán valido realmente la pena.
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